Mamás ¿Cómo han estado?. Sí, se que he andado muy ausente pero esto de tener dos hijos es hermoso y ocupa todo mi tiempo y más con el bebé de casi dos meses que casi no duerme en el día.
Además es semana que le tocan sus vacunas y precisamente por eso se me ocurrió hablar en esta ocasión de lo importante que son las vacunas para nuestros hijos.
Las vacunas protegen al bebé de adquirir enfermedades que pueden resultar muy perjudiciales y a veces fatales. Conocer la lista de vacunas como recordar el momento de aplicarlas es muy importante y no en vano lo podrás ver todos los días en el envase de la leche cada vez que te sirvas un vaso.
Las vacunas están hechas a base de virus o bacterias atenuadas o muertas o por toxoides (toxinas que segregan los microbios), también atenuados. Estas sustancias son manipuladas para que no sean capaces de producir enfermedades, pero para que sí sirvan en nuestro cuerpo y que de esta forma nuestro sistema inmunológico pueda reconocer y neutralizar el ataque de los diferentes agentes infecciosos.
La vacunas también pueden estar hechas en base de virus o bacterias, microorganismos artificiales que se desempeñan igual que los biológicos.
El calendario de vacunación puede variar de país en país pero en líneas generales las vacunas que se aplican son las mismas y a la misma edad. Los datos a continuación corresponden al Calendario de la Cartilla de Vacunación de México.
BCG (Antituberculosa)
Única dosis antes de los primeros 7 días de haber nacido. Protege contra la tuberculosis.
Anti hepatitis B
Se aplica la primera dosis al nacer, la segundo al mes y medio. La última dosis se aplica a los 6 meses de haber nacido. Protege contra la hepatitis B.
Pentavalente Acelular DPaT+VPI+HiB
Se aplica la primera a los dos meses de nacido, la segunda a los 4 meses, la tercera dosis a los 6 meses y por último a los 18 meses de haber nacido.
DPT
El refuerzo a los 4 años.
Rotavirus
La primera dosis es a los dos meses y la segunda a los 4 meses. Protege Gastrointeritis causada por rotavirus.
Neumocóccica Conjugada
Primera dosis a los dos meses, segunda a los 4 meses y la última a los 12 meses de edad. Protege contra Infecciones por neumococo.
Influenza
La primera dosis es a los 6 meses, la segunda a los 7 meses y la siguiente es anual hasta los 59 meses. Protege contra la Influenza.
Tripleviral SRP
Primera dosos al año y el refuerzo a los 6 años.
Estas vacunas son hasta los 6 años, en otra entrada diremos cuales son las que siguen después de esa edad.
Debido a que las vacunas provocan una infección menor al entrar al cuerpo, pueden generar algunas reacciones molestas que dependen de las vacunas que se aplicaron. En líneas generales puede aparecer fiebre, malestar general, enrojecimiento y dolor en el área donde fue aplicada la vacuna. Los síntomas suelen desaparecer a las 24 ó 48 horas después de su aplicación. Recuerda llamar al pediatra quien será la persona indicada para asesorarte en el caso de que sea necesario bajar la fiebre con algún medicamento.
Si tu hijo no recibe las vacunas en el tiempo que indica el calendario de vacunación, se le puede aplicar un calendario acelerado que soluciona esta deficiencia en su inmunidad. La responsabilidad radica en lo padres para que el bebé no padezca ninguna enfermedad que podría haber sido prevenida.
Recuerden la importancia de vacunar a sus hijos a tiempo como lo indica el calendario en la cartilla nacional de salud en México.
Pueden acudir a el IMSS, ISSSTE y a los Centros de Salud para aplicarles las vacunas de manera gratuita.
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martes, 17 de julio de 2012
martes, 3 de julio de 2012
Reflujo en el bebé
Hola mamás! ¿Cómo pasaron su fin de semana?. Yo he estado un poco desconectada porque mi bebé de mes y medio duerme poco y dormirlo nos esta costando mucho trabajo pero poco a poco seguimos adaptándonos!
En esta ocasión vamos a tratar un tema que por lo general padecen los bebés y es acerca del molesto reflujo.
El reflujo, también conocido como bocanadas de leche, afecta a los bebés, principalmente después de las tomas, ya sean de leche materna o de biberón.El esófago es un canal muscular, que conduce los alimentos de la boca al estómago. En la parte inferior de ese músculo, está el esfínter que funciona como una válvula que se abre para que el alimento pase al estómago, y se cierra para evitar que el alimento vuelva o ascienda hacia arriba.
Pero cuando el esfínter no funciona bien, debido a su inmadurez o a su debilidad, como en el caso de los recién nacidos y de los bebés, el alimento acaba por volver al esófago y de ahí a la boca, provocando acidez y vómitos o bocanadas de leche. Eso es lo que ocurre cuando el bebé sufre de reflujo gastroesofágico, un trastorno digestivo muy común en los bebés.
El síntoma más común son los vómitos después de cada toma. Aparte de eso, se puede notar que el bebé llora aparentemente sin motivo y con persistencia, se muestra irritable, tiene dificultad para dormir, tose con frecuencia, da arcadas o se niega a comer. En consecuencia, el bebé puede no ganar peso, su crecimiento se puede estancar, o puede, en casos más graves, padecer una inflamación en el esófago, e incluso una úlcera.
La mejor forma de suavizar los síntomas del reflujo es mantener al bebé en posición vertical después de su alimentación, evitar moverlo demasiado, y hacerle eructar varias veces mientras toma el biberón o le das de mamar. Es recomendable también que le des de comer más veces y en menor cantidad. A partir del tercer o cuarto mes, se puede espesar la leche y controlar que los agujeros del biberón sean del tamaño adecuado para que el bebé no trague aire al comer. Aparte de eso, es necesario evitar las grasas, las frituras, el chocolate, zumos cítricos, bebidas con gas y yogur.
Es aconsejable que el bebé duerma ligeramente incorporado. Puedes ponerle un cojín debajo de su almohada. Si notas que los síntomas siguen y que están perjudicando la salud de tu bebé, consulta con su pediatra para que establezca un diagnóstico.
El reflujo se convierte en una preocupación cuando, al volver el alimento del estómago al esófago, se vierte en el conducto de aire. Eso puede causar problemas de respiración, asma, neumonía y, en algunos casos, el síndrome de muerte súbita del lactante. Los casos más graves son tratados con fármacos, que ayudan a neutralizar la acidez del estómago. Los efectos de los medicamentos son tan eficaces que, en pocos casos, se llega a indicar una cirugía.
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